Todo final anticipa un nuevo comienzo…
Por eso
no merece la pena desesperar. No voy a negar que en ocasiones nos encontramos
en situaciones que nos hacen dudar incluso de nuestra propia existencia. Momentos
de nuestra vida en los que queremos tirar la toalla. Sentimos la necesidad de
no hacer nada, descansar y, ¿por qué no decirlo?... llorar. Sacar todo lo que
el corazón necesite expulsar de él. Llorar
hasta arrastrar con lágrimas toda la suciedad acumulada.
Suele ocurrir
que en esos momentos de angustia, no logramos ver más allá de nuestro duelo. No
disfrutamos el bello paisaje soleado que se abre ante nosotros, porque el
verdadero anticiclón va por dentro, y nos nubla la vista desde el interior para
no dejarnos encontrar la salida…
Cuando esto
ocurre, en la mayoría de los casos no sabemos a qué recurrir. Hay personas que
prefieren hundirse en su desgracia, tirarse en la cama y no incorporar la
cabeza. Otras intentan salir a la calle, quedar con amigos, fingir que todo va
bien para, tal vez, superarlo antes. Otras buscan vías de escapa alternativas:
un nuevo hobby, quizás un nuevo amor, un viaje; algunas hay que se refugian en
sus rezos o rituales, intentando así que su dolor dure lo menos posible.
Y la
mayoría de las veces, la única medicina realmente efectiva es el tiempo. “El
tiempo pone cada cosa en su sitio”, “el tiempo curará”, “el tiempo da a cada
uno lo que merece” son frases que estamos hartos de oír… Siempre tiempo. Pero nos
pasamos los días, las horas, los angustiosos minutos esperando a que pase ese tiempo.
Preguntándonos cuánto falta para que cumpla el plazo estimado de recuperación…
y no vemos la realidad: estamos metidos en el tiempo. Inmersos en ese plazo. No
estamos esperando a que algo pase y ocurra otro algo. Estamos viviéndolo ya…
Con esta
idea en la cabeza, descubrí otra medicina útil para mí. A veces infalible,
otras veces un poco más débil, pero siempre efectiva: la escritura. Siempre me
había gustado escribir, pero es en los momentos críticos donde descubres
verdaderamente el poder de algunas cosas.
Por eso
comienzo hoy este blog, porque como he dicho al principio, todo final anticipa
un nuevo comienzo. Y aunque este final de año no sea el mejor que he vivido,
aunque mis esperanzas estén flaqueando por momentos, siempre llega un nuevo
día, y hay que saber plantear alguna nueva ilusión para hacerlo más llevadero.
Mi año
termina con algunas dolorosas despedidas, momentos de llanto, y también algún
que otro sueño roto. Pero el nuevo comienza con ilusiones renovadas que estoy
seguro que veré cuando mis dosis de “tiempo” hagan su debido efecto sobre mi
organismo. Y si además puedo contar con un complemento de “escritura”, estoy
seguro de que sanaré mucho antes.
Pues
así comienzo mi blog. A pocos días de dar la despedida a este año para recibir
al que será, más que nunca, un esplendoroso renacer.
Y fruto
de las horas y la memoria irán surgiendo con amor, ilusión y paciencia, todas y
cada una… para dártelas algún día. Todas las cartas que no te di.
Sígueme en twitter: @Droximilian
No hay comentarios:
Publicar un comentario