martes, 24 de diciembre de 2013

Tiempo y escritura



Todo final anticipa un nuevo comienzo…

Por eso no merece la pena desesperar. No voy a negar que en ocasiones nos encontramos en situaciones que nos hacen dudar incluso de nuestra propia existencia. Momentos de nuestra vida en los que queremos tirar la toalla. Sentimos la necesidad de no hacer nada, descansar y, ¿por qué no decirlo?... llorar. Sacar todo lo que el corazón necesite expulsar de él.  Llorar hasta arrastrar con lágrimas toda la suciedad acumulada.
Suele ocurrir que en esos momentos de angustia, no logramos ver más allá de nuestro duelo. No disfrutamos el bello paisaje soleado que se abre ante nosotros, porque el verdadero anticiclón va por dentro, y nos nubla la vista desde el interior para no dejarnos encontrar la salida…
Cuando esto ocurre, en la mayoría de los casos no sabemos a qué recurrir. Hay personas que prefieren hundirse en su desgracia, tirarse en la cama y no incorporar la cabeza. Otras intentan salir a la calle, quedar con amigos, fingir que todo va bien para, tal vez, superarlo antes. Otras buscan vías de escapa alternativas: un nuevo hobby, quizás un nuevo amor, un viaje; algunas hay que se refugian en sus rezos o rituales, intentando así que su dolor dure lo menos posible.
Y la mayoría de las veces, la única medicina realmente efectiva es el tiempo. “El tiempo pone cada cosa en su sitio”, “el tiempo curará”, “el tiempo da a cada uno lo que merece” son frases que estamos hartos de oír… Siempre tiempo. Pero nos pasamos los días, las horas, los angustiosos minutos esperando a que pase ese tiempo. Preguntándonos cuánto falta para que cumpla el plazo estimado de recuperación… y no vemos la realidad: estamos metidos en el tiempo. Inmersos en ese plazo. No estamos esperando a que algo pase y ocurra otro algo. Estamos viviéndolo ya…
Con esta idea en la cabeza, descubrí otra medicina útil para mí. A veces infalible, otras veces un poco más débil, pero siempre efectiva: la escritura. Siempre me había gustado escribir, pero es en los momentos críticos donde descubres verdaderamente el poder de algunas cosas.
Por eso comienzo hoy este blog, porque como he dicho al principio, todo final anticipa un nuevo comienzo. Y aunque este final de año no sea el mejor que he vivido, aunque mis esperanzas estén flaqueando por momentos, siempre llega un nuevo día, y hay que saber plantear alguna nueva ilusión para hacerlo más llevadero.
Mi año termina con algunas dolorosas despedidas, momentos de llanto, y también algún que otro sueño roto. Pero el nuevo comienza con ilusiones renovadas que estoy seguro que veré cuando mis dosis de “tiempo” hagan su debido efecto sobre mi organismo. Y si además puedo contar con un complemento de “escritura”, estoy seguro de que sanaré mucho antes.
Pues así comienzo mi blog. A pocos días de dar la despedida a este año para recibir al que será, más que nunca, un esplendoroso renacer.
Y fruto de las horas y la memoria irán surgiendo con amor, ilusión y paciencia, todas y cada una… para dártelas algún día. Todas las cartas que no te di. 






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