sábado, 12 de julio de 2014

Cuando llego ante ti...

Cuando llego ante ti me desnudo. La coraza irrompible que llevo puesta se derrite y solo quedo yo. Todo el acero que llevo por armadura, la mente fría y la serena desconfianza, se recalientan, fundiendo sus plomos en un corazón sin ropa que no teme, que es sincero y despreocupado, que confía a ciegas. Que no conoce el dolor o lo ignora. 
Se marcha el veloz caballero, el fuerte y tenaz hidalgo, dejando en tus brazos a un niño. Un nuevo nacido que se deja cuidar, que abandona sus armas en la puerta, sin pensar en cuándo volverá a recogerlas, para salir al mundo a luchar, cuando tus abrazos cesen.
En el pecho una insignia: la marca del corazón. En la mano la espada, forjada con caricias y a golpes de amor. Y bajo el duro yelmo, el poder de los besos que con destreza instalaste, para hacer de la frágil cría un peligroso depredador. Y solo en la distancia se encuentra al luchador, al valeroso guerrero que se hizo de hierro y cartón piedra. Pues cuando llego a ti me desnudo, y no existe guerra, justa ni afrenta que haga de mi un peligro.
Solo quedamos los dos, cuerpo con cuerpo en armónico. Viviendo el momento a tu lado. Mis ojos y tus ojos bailando un vals que no acaba. Pensando y no. Flotando. Haciendo de la capa un sayo. 

Rompiendo el molde de lo normal.

Corriendo contigo.

Aprendiendo despacio a amar.



Sigueme en Twitter: @Droximilian


No hay comentarios:

Publicar un comentario